Julio Andrade Malde
Andrés Lacasa Nikiforov, madrileño, de treinta y cinco años, apasionado por el mar, es el nuevo gerente de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Asume un reto difícil en circunstancias económicas complicadas y ha de hacer frente a la sustitución de Víctor Pablo Pérez, su director artístico titular, que marca un punto de inflexión. Para ello, cuenta con un bagaje formativo importante, una experiencia notable y, sobre todo capacidad de iniciativa y de trabajo, actitud dialogante y excelentes relaciones dentro del mundo musical. Llega con gran ilusión porque -dice- el mundo sinfónico ha sido siempre su casa y además viene a una de las joyas culturales de los últimos tiempos: la Orquesta Sinfónica de Galicia.
Julio Andrade: Señor Lacasa, ¿le gusta a usted el cine?
Andrés Lacasa: Sí.
J. A.: Verá: es que había pensado encabezar esta entrevista con uno de estos dos títulos del año 1952: El hombre tranquilo, de John Ford, y Solo ante el peligro, de Fred Zinnemann. ¿ Cuál de los dos seleccionaría usted? ¿Y si eligiésemos los dos?
A.L. (Medita la respuesta). El hombre tranquilo, sin duda. No me siento solo ante el peligro
J. A.: Acaba usted de llegar y ya tiene cola para realizar entrevistas con destino a diferentes medios de comunicación. ¿Despierta siempre en todas partes una expectación semejante?
A.L. No, no.
J. A.: Y, ¿a qué atribuye la que se ha generado en este caso?
A.L. Supongo que a filtraciones que se han producido en el proceso de selección. Además, las noticias que se refieren a la Sinfónica de Galicia siempre tienen una repercusión importante en toda España
J. A.: Imagino que cuando habla de filtraciones se refiere a lo que se ha publicado en torno a la presunta irregularidad del proceso de selección.
A.L. Se trata de un tema pasado; creo que es mejor olvidarlo.
LA ORQUESTA SINFÓNICA DE GALICIA
J. A.: Bien. La Sinfónica de Galicia ya tiene gerente. Y usted ya tiene una orquesta que gestionar. ¿Cree que se producirá un enamoramiento mutuo?
A.L. Por mi parte, desde luego. Vengo con gran ilusión. Me apremia entrar en contacto con una orquesta de este nivel. Tenga en cuenta que el mundo sinfónico ha sido siempre mi casa.
J. A.: En un colectivo de ochenta y cinco personas, hay seguramente ochenta y cinco opiniones. Además, en este caso, las dificultades son mayores porque todas esas personas son músicos… ¿Tiene experiencia en problemas similares? ¿Ha tenido que hacer frente a algún conflicto?
A.L. He estado durante cinco años en la Orquesta Nacional de España. Es verdad que no como gerente, sino como coordinador artístico; pero ha sido una gran experiencia. En estos cometidos nunca faltan problemas.
J. A.: En este tipo de agrupaciones, siempre existen personas que ejercen cierto predominio sobre los demás y crean pequeños grupos de influencia y de poder, por ser más veteranos o por tener una alta cualificación profesional, ¿puede ser esto un problema para usted?
A.L. No; al contrario, lo juzgo muy positivo. Es una cuestión habitual que debe tratarse mediante el diálogo, con mucho diálogo
J. A.: Por añadidura, usted no sólo va a estar al frente de una orquesta, aunque se trate de una de las más cualificadas de España. Parafraseando lo que un club de fútbol dice de sí mismo, «la Sinfónica de Galicia es más que una orquesta».
A.L. Sí; efectivamente, el Consorcio tiene muchos ámbitos: las tres orquestas -la Sinfónica, la Joven y ahora la de Niños-, los tres coros asociados -Adultos, Jóvenes, Niños Cantores. Luego, están los conciertos didácticos…
J. A.: Además, el director artístico de la Sinfónica, Víctor Pablo Pérez, artífice del proyecto, se va en agosto de 2013.
A.L. Sí; es un gran reto. La sustitución de Víctor Pablo marca un punto de inflexión. Es un reto apremiante, complejo y muy delicado. Se necesitará mucho diálogo y mucho trabajo.
J. A.: Es la segunda vez que menciona usted la palabra diálogo. ¿Cree que una actitud dialogante es más positiva que una postura autoritaria que denote ejercicio de poder?
A.L. Sin duda alguna.
J. A.: Pero, además de diálogo y trabajo, se necesita mucho dinero en un año económicamente difícil
A.L. Más que mucho dinero, el necesario: los proyectos artísticos requieren un mínimo, es verdad.
J. A.: ¿Qué le parece Víctor Pablo como director y qué virtudes admira más en él?
A.L. Victor Pablo Pérez es uno de los grandes directores de este país, y ha sido uno de los artífices de la creación de una de las joyas culturales de los últimos tiempos: la Orquesta Sinfónica de Galicia.
J. A.: ¿Qué opina de que el Ayuntamiento haya dado continuidad a un proyecto que en origen no era suyo?
A.L. Pues, mire: no sólo le ha dado continuidad sino que tiene muy claro que va a apoyarlo sin la menor reserva. Yo me siento muy arropado.
J. A.: ¿Ha podido comprobar que la ciudad entera, sin distinción de banderías, considera a la Sinfónica como un emblema de la urbe?
A.L. En un plazo muy breve -veinte años es muy poco tiempo para una institución como ésta- la Sinfónica se ha consolidado como un elemento fundamental de la ciudad. Eso no pasa en cualquier sitio.
LA CIUDAD DE LA SINFÓNICA
J. A.: Para llevar apenas unas semanas aquí, parece haber tomado muy bien el pulso a la ciudad y a sus instituciones. ¿Considera que la urbe es una de las claves de un proyecto sinfónico semejante?
A.L. Efectivamente, el proyecto se lleva a cabo porque esta ciudad reúne condiciones especiales, una serie de factores que lo hacían posible. Sin olvidar el mérito que ha tenido Víctor Pablo y también los cinco gerentes que me han precedido, un proyecto semejante no se da en un lugar determinado por pura casualidad.
J. A.: ¿Como una especie de caldo de cultivo?
A.L. Sí; a lo largo de los siglos se creó un público adicto que no aparece por generación espontánea. Es un elemento esencial, una de las columnas del proyecto. Sin público no hay nada.
J. A.: Pues lo ha visto usted con una gran claridad porque la ciudad posee una tradición musical muy importante que arranca en el siglo XVIII con las compañías de ópera; el Teatro Rosalía Castro tiene más de siglo y medio; a comienzos del XX, se crea una gran escuela de canto; hay asociaciones más que centenarias, como la Coral Polifónica El Eco, la Sociedad Filarmónica…
A.L. Una gran tradición musical que explica muchas cosas
J. A.: Comprenderá usted que aficionados, críticos, músicos y funcionarios están -estamos- pendientes del nombramiento del sustituto de Víctor Pablo. ¿Se sabe algo al respecto?
A.L. Bueno, se está estudiando. Es un asunto de importancia trascendental que requiere tomar en consideración muchas cosas. .
J. A.: ¿Conoce a la generación de nuevos directores gallegos? Diego García, Piero Lombardi… Este último va a dirigir a la Sinfónica el próximo día 27 en Vigo
A.L. La verdad es que hay una generación muy buena de jóvenes directores en España, incluída Galicia, desde luego.
EL HOMBRE COMÚN
J. A.: Creo que a los lectores les agradaría conocer la personalidad del gerente fuera del ámbito profesional. Cuándo y dónde nació, situación familiar…
A.L. Nací en Madrid hace treinta y cinco años. Estoy casado y tengo una niña que va a celebrar pronto su segundo cumpleaños y que ya sostiene un violín en las manos. Tal vez porque ha visto y oído mucha música en casa.
J. A.: Aparte de la música, ¿qué aficiones tiene usted?
A.L. La vela, la natación, el baloncesto… El mar me apasiona.
J. A.: Pues aquí no creo que le falte el mar. Va a estar rodeado de agua casi por completo.
A.L. También me gusta mucho viajar. He vivido en ciudades como Hong-Kong (cinco años), Southampton (un año) y Bloomington, Indiana (tres años)
J. A.: Y ahora va a vivir en La Coruña durante algún tiempo. ¿Qué impresión le ha producido, se siente a gusto?
A.L. Me ha parecido una ciudad muy acogedora, dinámica, creativa, con mucha vida.
J. A.: ¿Y al resto de la familia?
A.L. Bueno, mi hija aún no ha podido manifestar su opinión. A mi mujer, le encanta.
J. A.: Antonio Moral, con quien trabajó usted en el Centro Nacional de Difusión, en Madrid, hasta su venida a La Coruña, estuvo dirigiendo aquí el Festival Mozart entre los años 1998 y 2003, ¿le ha hecho algún comentario al saber que se iba a hacer cargo de la gerencia de la Sinfónica?
A.L. ¡Se ha alegrado mucho!