Escolares de los dos colegios locales ayudaron al grupo de cámara «Giuseppe Guarneri» a hallar el «tesoro de las 7 notas»
23.04.2016 | 06:35
Ribadesella, P. MARTÍNEZ Los piratas del grupo de cámara «Giuseppe Guarneri» escondieron ayer un tesoro en la Casa de Cultura de Ribadesella y los alumnos de los colegios Manuel Fernández Juncos y Nuestra Señora del Rosario les ayudaron a encontrarlo. El botín era, cómo no, las siete notas musicales, un hallazgo que «te hará rico y feliz durante toda tu vida». Así se lo relató el capitán pirata Rubén Martínez, el narrador del concierto didáctico incluido en la programación riosellana para celebrar el Día del Libro.
Martínez se valió de su relato pero también de la flauta travesera y el whistle para encandilar a los estudiantes con un logrado viaje pirata. Lo hizo, además, con su contramaestre, Martín Martínez, el personaje más cómico del grupo y que puso las notas del violín; el condestable, Ramón Villoria, viajó a bordo con la viola y el piano y por último «Polvorilla», Iván Moro, hizo lo propio con el violonchelo.
Ataviados con ropas pirata y acompañados por las decenas de «grumetes» que abarrotaron el salón de actos, el barco zarpó al ritmo de la «Habanera de la bella Lola», con la que abandonaron el puerto y comenzaron a trabajar el ritmo. El grupo interpretó luego el prólogo que Giuseppe Verdi compuso para la ópera «Simón Bocanegra» y un pasaje de la banda sonora de la película «Piratas del Caribe», una melodía escrita según algunos de los pequeños grumetes por «Jack Sparrow» pero que en realidad pertenece al compositor alemán Hans Zimmer.
El «Vals del fondo del mar», perteneciente a la zarzuela de los sobrinos del capitán Grant, sirvió para ilustrar una de las diversiones más frecuentes de los piratas a bordo, el baile. Los grumetes, que estuvieron saliendo a cubierta durante todo el concierto, disfrutaron a lo grande en este momento, pues Martínez sacó varias parejas del público y les invitó a bailar cogiéndose del brazo como debieron hacer tantas veces los bucaneros, con el vals acompañado de una obra celta interpretada al whistle. El repertorio concluyó con una canción de la película «Sonrisas y lágrimas» que, aunque no sigue la temática pirata, permitió que todos cantaran el tema «Do re mi» con las cuerdas vocales más que entrenadas.
«La idea es acercar la música de una manera alegre y dinámica, no es un concierto al uso», explicó un exhausto flautista, después de darlo todo sobre el escenario. El hecho de mostrar a alumnos tan pequeños géneros como la habanera o la ópera facilita su comprensión y, lo que es mejor, su interés por la música. «Hay bastantes niños que después de estos conciertos se acercan por la Escuela de Música. Creo que lo importante es también que lo cuenten en casa y lo conozcan», explicó Martínez, quien no busca dar lecciones magistrales sobre historia de la música, pues además de no ser su objetivo «sería muy pretencioso en una hora». La cosa, resume, es «pasárselo bien y participar» gracias a la magnífica combinación que hacen «música y juego».